domingo, 20 de enero de 2008

La chica de París




La chica de París sueña con ser alguien en la vida,
pero se despierta en la mañana y deja sus ilusiones y sus metas
en el colchón donde guarda la fantasía del amor verdadero,
el cual no sabe si encontrará algún día.

Besa su tristeza, se aferra a la melancolía, cree en la utopía.

Por las avenidas de la ciudad luz,
desde Monmartre a Notre Dame, se le ve deambular,
dejando a su paso un divino aroma a color verde.

Sus besos fueron siempre especiales o esenciales,
por eso los dio siempre en pequeñas cantidades, diminutas,
sin encontrar alguien realmente digno de ellos,
así que le pidió a su sombra que los guardara
por si acaso ese alguien aparecía,
por si acaso…

Ya no sonríe, ya no sueña, ya no camina,
Se encerró en el claustro de su almohada
hasta que los elfos y los duendes, su devoción religiosa,
decidan lo que deba hacerse con su destino.

Quand il me prend dans ses bras
il me parle tout bas
je vois la vie en rose

El silencio se apoderó de la ciudad luz,
ella ya no está,
huyó hacia el universo paralelo, en donde hacía tiempo juró amar de verdad.

No obstante, quien verdaderamente ama a la chica de París,
deberá esperarla en ese lugar
donde se está entre dormido y despierto
bailando jazz con el diablo.



28/08/2007

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